3 Ofertas del Amor Familiar Maduro
Jul 08, 2023Lcdo. José Efraín Rodríguez Agosto, MPsy, MBA - Psicólogo
Certificación – Universidad Central del Caribe en terapia de pareja y familia.
Certificación – Universidad Harvard en derechos y protección de menores.
De una forma u otra, nuestro origen como individuos esta ligado a la familia; y sin importar cuales sean las circunstancias en las que nos hayamos desarrollado, la influencia que promueve el sistema familiar puede condicionar nuestra visión de la vida y la manera de expresar el amor. No hay duda, que a pesar de las experiencias dentro o fuera de un hogar, existe un anhelo profundo por pertenecer a algún lugar y sentirse valorado. Si usted es de los afortunados que han podido compartir la vida y el cariño en familia, debe ser una persona agradecida, pues no muchos tienen tan preciado regalo.
Desde el inicio de la relación de pareja, hasta el logro de la independencia de los hijos y posteriormente el nacimiento de una nueva generación; dentro de la estructura de cada hogar se desarrollan el apego o la dolorosa desvinculación. No existe tal cosa como la nombrada familia ideal, mas bien debemos ser realistas y aceptar que, aunque dentro de cada casa hay momentos felices, también llegan las etapas de confrontación. Dentro las relaciones familiares, se beben enfrentar los desafíos de los cambios cíclicos, que deberá sobrellevar cada uno de los integrantes del núcleo familiar.
Les advierto que habrá presión, pero si logramos desarrollar un amor educado y consiente, estas serán las épocas de forjar vínculos resistentes y el carácter indeleble de la estructura familiar. Salvador Minuchin, Psicólogo y fundador del Family Studies Inc. en Nueva York dijo lo siguiente: “En todas las culturas, la familia estampa la personalidad de sus miembros. La experiencia humana tiene dos elementos de la identidad; Un sentido de pertenencia y un sentido de separación. El laboratorio en el que se reúnen y se mezclan estos ingredientes es la familia, la matriz de la identidad”
Toda sociedad se construye sobre la base de la familia. En esta institución, cada uno de sus miembros, asumirá un rol determinante para logras coexistir dentro de la estructura familiar. Todos, como representantes de cada hogar, aun tenemos terreno por recobrar y muchos ámbitos del comportamiento familiar por explorar. Sobre todo, en como cultivar la sana convivencia. En mi experiencia dando conferencia y clases relacionadas al tema de la familia, he podido ver un patrón emergente en cuanto a la disminución de la demostración afectiva entre los miembros del hogar. Lo cual a tenido como consecuencia, la incapacidad para manejar las problemáticas tanto personales, como sociales a las que esta expuestas la institución de la familia. Muchas de las estrategias rudimentarias de crianza que se han pasado de generación en generación, por su falta de efectividad, alejan de la casa a los integrantes que vienen en busca de un espacio de conciliación; poniendo presiones muy grandes sobre las actitudes que manifiestan los individuos.
Algunos de nosotros hemos invertido mas tiempo en el intento de aplacar los síntomas de la indiferencia, sin explorar la raíz de las conductas que nos llevan a expresar un amor disfuncional. La sanidad del alma de cada hogar, sólo se ha acariciado en la superficie. A continuación, compartiré tres puntos claves para demostrar un amor maduro, que como resultado obtenga la salvación de cada hogar:
Empatía: Ser empático no implica estar en acuerdo, significa que somos suficientemente maduros para escuchar a otros, y aceptar sus sentimientos. Jesús siempre ofreció empatía al que se aproximaba a Él. Este tipo de relación tenía como resultado la apertura de las personas. De este modo impulsaba el reconocimiento de las verdaderas necesidades que tenían los individuos; y así lograr la restauración de estos. Los miembros de un hogar se sienten verdaderamente amados cuando se piensan aceptados y sea determinando no emitir juicios valorativos sobre su persona. Esto es determinante para lograr una forma mas balanceada de vivir dentro del sistema familiar (1 Corintios13).
Libertad: Promover la libertad, no significa que cada cual impondrá su voluntad a los demás miembros. Mas bien se busca que, en el hogar, sus integrantes gocen de autonomía dentro de los procesos de vida familiar de una forma organizada y respetuosa. Cuando Jesús habló de la libertad, el distorsionado discurso de la perfección no estaba incluido. Partiendo desde el carácter de Dios Padre, lo que se espera es que seamos funcionales aun reconociendo todas las áreas de oportunidad de poseemos. El llamado fue a la misericordia, al amor, a levantarnos unos a otros. A tratar con las mas crudas realidades de nuestra capacidad como individuos; de ser tan buenos como tan contradictorios. Es desde ese punto que deberíamos reconocer, que todos somos vulnerables y cada uno necesitamos rehabilitarnos en nuestra manera de amar de una u otra forma. Si llegamos a entender la magnitud de ese compromiso y aplicamos este principio adecuadamente, impulsaremos el cambio propuesto de aprender a demostrar un verdadero amor y este nunca dejará de existir. (Mateo 22:39).
Mentalidad: Es pertinente impulsar un cambio de criterio, debemos ser disciplinados en nuestra educación, sobre el trato en las relaciones establecidas entre cada integrante de la familia. Si le damos mayor importancia a las percepciones que nos creamos de los demás, quedaremos rezagados en el intento de concebir mejores relaciones interpersonales. En el libro "Doce Hombres Comunes y Corrientes" del escritor John MacArthur, el autor habla a profundidad y sin tapujos de como Jesús convivió y manejó las personalidades de 12 hombres con actitudes, conductas, culturas y experiencias distintas. Desde un traidor (Judas), hasta un terrorista (Simón el Zelote). Desde el mas introvertido de sus discípulos (Andrés) hasta el mas histriónico (Pedro). Todos y cada uno evolucionó en su visión de mundo. Y todos impactaron su sociedad desde su maduración de carácter. La fuente, un maestro, un amigo, un hombre llamado Jesús que se tomó su tiempo para entenderlos, para ganar su confianza y finalmente tener acceso; para llevarlos al despertar de un mejor modo de coexistir entre ellos, sus familias y su sociedad (Juan 17:9-23).
Abrámonos a esta realidad, el Creador nos amó tal cual somos, pues todos procedemos de Él y somos su imagen. Entonces hay espacio para sanar toda esta falta de afecto. Las familias saludables se basan en un amor que sobre pasa todo entendimiento, por que estimula la paz y la armonía entre sus miembros (1Juan 4:18). Como familia debemos entender que la vida simplemente es un despertar continuo para enfrentar retos y hallar soluciones. El respeto es la demostración mas elevada de un amor maduro; puedes ver a los demás con estima y no desde el prejuicio.
Iniciemos aplicando estos tres principios del amor maduro, sin duda encontraremos el propósito de amar, luego conviértalo en una misión. De lo aprendido, obtendremos una nueva visión. El verdadero amor no necesita máscaras, deje que en su casa vean su rostro. Usted y yo somos los llamados a restaurar nuestra ciudad, nuestro hogar. Quítese la armadura de la frialdad, deje que vean su corazón. Toque con ternura las manos de los suyos, es lo que ellos más desean. Recordemos que lo que decidamos hacer por nuestras familias, algún día impactará a la sociedad.
En un día como este, no existe un mejor panorama que el de estar en la buena compañía, de aquellas familias que se elevan sobre las circunstancias. Hoy mas que nunca es pertinente construir puentes de ilusión. El modo en el que los demás recordarán nuestras demostraciones de amor, dependerá en gran manera de las inversiones que hacemos en sus vidas y por el valor que les demostramos. Nuestro amor será memorable en la medida que contribuimos a su sanidad, bienestar y por mantener un aprecio genuino. Sobre todo, al establecer vínculos. Luego de esta lectura espero que su hogar tenga el potencial de convertirse en un lugar de refugio, confianza y aceptación (Salmo 68:6). Estamos llamados a hacer el máximo sacrificio por mantener y defender la estructura saludable de nuestro hogar (Romanos 8:32).
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